venerdì 10 gennaio 2014

El origen de la tristeza



Hay una instancia medieval que me da mucha paz. No quiero estar tan conectado todo el tiempo. Soy de apagar el teléfono, de olvidármelo. Y me funciona, porque el escritor tiene una psicología lenta, demorada. Cuando se habla de un escritor como un intelectual... creo que un escritor puede ser un intelectual, pero no necesariamente, y no necesariamente tiene que ser inteligente. Sí tiene que ser lento, observador, quedarse colgado en algo hasta que esa cosa se le revela. Antiguamente la intuición y la revelación eran métodos de acceso al conocimiento, hoy parece ser sólo la razón lo que impera, pero hay una especie de mística también.

"Dígale a Onetti, cuando lo vea, que hay un pibe acá del otro lado que lo quiere mucho, a quien le cambió la vida". Que miraba a la gente de una manera muy negativa. Porque todos piensan que esa tristeza, o esa misoginia de algunos personajes de Onetti, es una oscuridad, pero es asumir la oscuridad de todos para ser luminoso. Por eso es uno de los más grandes escritores. Ahí hay un misticismo. Hay un lugar que yo busco y que no se puede enseñar.


lo que no me cabe es la expresión autobiografía, porque es incorrecta, es una burrada. Porque la autobiografía es atenerse a los hechos. Alter ego me cabe pero creo que es mejor un yo literario, que se puede agregar al ello, al yo y superyó. Está construido de mí, pero es otra persona. Porque María también soy yo, es mi madre pero soy yo. Y Andrea, la puta, también soy yo. En mi último libro hay un cuento en el que Gabriel tiene 63 años y tiene alzheimer... pero estoy yo. "Todo lo que escribo me pasó o va a pasarme", dijo Carson McCullers. Bueno, espero que eso no me pase... me asusté con ese cuento.

Considero literatura a la de los demás, ¿vos decís por lo que yo escribo? Me sentí traicionado por lo que hablaba, a veces, en los primeros momentos. Yo no tenía nada, me hago esa justificación. A mí la escritura me ordenó mucho. De no haber sido publicado igual estaría agradecido a la escritura. Pero sí me sentí traicionado por lo que dije, sobre todo en las primeras notas, sentí que podía ser un traidor de mí mismo si me descuidaba. Cuando trataba de ser agradable, decir algo para un diario, porque temía que se me escapara eso que me nacía. Y me cuidé de la peor manera posible, siendo alguna que otra vez obsecuente, que es algo que me destruye, porque es lo que no soy. Recuperé la confianza después y tuve tiempo de desdecirme. Y también es parte de ese recupero poder decir esto ahora. Entonces, es lo que yo escribo. Ojalá sea literatura para los demás. Pero me mido mucho. Me desaparezco, vuelvo a ser Pablito. Y desde ese lugar vuelvo a intentar escribir, otra vez, una historia sincera.





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